La hipertensión, también conocida como presión arterial alta, es apodada «el asesino silencioso» y con razón. Esta afección, en la que la presión sanguínea se mantiene elevada por encima de los niveles saludables, no presenta síntomas evidentes. Sin embargo, con el paso del tiempo puede causar daños graves a nuestro cuerpo si no se detecta y trata.
Diagnóstico de la Hipertensión
Debido a que rara vez causa síntomas, la única manera de diagnosticar la hipertensión es midiendo la presión arterial de forma regular. Esto se hace habitualmente con un tensiómetro manual o digital. Las lecturas consisten en dos números, por ejemplo 120/80, que representan la presión sistólica (cuando el corazón late) y la presión diastólica (cuando el corazón se relaja entre latidos). Una lectura consistente de 140/90 o más se considera hipertensión. Algunos médicos también usan monitores de presión arterial ambulatorios llamados holter para medir las fluctuaciones en un período de 24 horas.
¿Cuáles son las causas?
Muchas veces no hay una causa obvia. Pero hay factores que aumentan el riesgo como: sobrepeso, consumo excesivo de sal y alcohol, estrés, antecedentes familiares, envejecimiento. También puede ser secundaria a otras enfermedades como diabetes o problemas renales o endocrinos.
Complicaciones de la Hipertensión No Controlada
Cuando la hipertensión no se detecta y controla a tiempo, pueden ocurrir serias complicaciones:
- Enfermedades del corazón: ataques cardíacos, falla cardíaca, aneurismas.
- Derrames cerebrales y demencias vasculares.
- Insuficiencia renal.
- Problemas en los ojos, como retinopatía.
- Mayor riesgo de emergencias hipertensivas (presión muy elevada que requiere atención médica urgente).
Cambios en Nuestro Cuerpo
La hipertensión ocasiona cambios dañinos en nuestro cuerpo con el tiempo. Las arterias se vuelven menos elásticas y se endurecen. El músculo del corazón se agranda y se debilita. Los vasos sanguíneos que irrigan órganos como el cerebro, riñones y ojos pueden estrecharse o debilitarse y filtrar líquido hacia los tejidos circundantes.
Cambios en el Estilo de Vida y Medicamentos
Una vez diagnosticada, la hipertensión se puede controlar mediante cambios en la dieta, actividad física, manejo del estrés y en muchos casos, medicamentos que ayudan a relajar y dilatar los vasos sanguíneos o eliminar el exceso de líquidos. Los medicamentos comunes incluyen diuréticos, betabloqueadores, inhibidores de la ECA y antagonistas del calcio. El objetivo es mantener las lecturas de la presión arterial por debajo de 130/80, o incluso más bajas en algunos pacientes de alto riesgo.
¿Cómo se trata?
1.- Cambios en la alimentación:
– Reducir sal, grasa y azúcar
– Aumentar frutas, verduras y granos integrales
2.- Bajar de peso y hacer ejercicio regularmente.
3.- No fumar y limitar el alcohol.
4.-Terapias para el estrés como yoga, meditación.
5.-Tomar los medicamentos recetados para bajar la presión arterial.
Con un diagnóstico temprano, cambios apropiados en el estilo de vida y adherencia a los medicamentos recetados, la hipertensión se puede mantener bajo control. De esta manera reducimos significativamente el riesgo de sufrir daños a nuestro cuerpo a largo plazo o complicaciones potencialmente mortales. La presión alta ya no es una sentencia invisible, pero requiere que estemos conscientes de ella y tomemos medidas para proteger nuestra salud.

